Aprovechamos para hablar del albergue CRUX en Adahuesca, de los albergues o posadas que usaban los romanos, de un posadero griego muy particular, y haremos derivados del nombre de ese albergue.
Los romanos ya usaban lugares para que descansaran los viajeros a lo largo de los muchos kilómetros de sus calzadas (viae). Veamos algunos:
Mansio: Viene del participio latino mansus, derivado de manere (“permanecer, quedar”) y podría traducirse como “lugar donde pasar la noche durante un viaje”; era un establecimiento “oficial” en una calzada romana, mantenida por el gobierno central para el uso de oficiales y hombres de negocios a lo largo de sus viajes por el Imperio. Según transcurriendo el tiempo, fueron adaptadas para acomodar a viajeros de toda condición, incluso al emperador. El encargado de atenderlas era el mansionarius. En castellano nos han quedado palabras como mansión o mesón (en francés maison).
Mutatio: Era una parada o establecimiento en una calzada romana, para descansar y dar servicio a los animales que se utilizaban como transporte. Las mutationes eran el lugar para cambiar de caballos y tomar otros de refresco, así como para efectuar las reparaciones necesarias en el vehículo, como ruedas o ejes, adquirir medicinas para los caballos… Se hallaban cada 20-30 kilómetros.
Cauponae: Este era el nombre de un alojamiento privado para viajeros. Se solían colocar cerca de las mansiones. También se utilizaba este término para referirse a tiendas donde se ofrecía vino y comida ya lista para servir o bien a lugares de entretenimiento. El caupo era la persona encargada de una caupona. La comida que se ofrecía solía ser fría, a base de quesos o embutidos, y vino para beber. No tenían ni mesas ni sillas, y eran frecuentadas por gente de baja condición como prostitutas y ladrones.
Tabernae: Era una parada en una calzada romana donde se podía descansar o pasar la noche. Era un establecimiento para viajeros más acaudalados que demandaban algo más refinado que las cauponae. Con el tiempo se hicieron más lujosas y, dependiendo de sus servicios, tenían mejor o peor fama. Más que a nuestras tabernas se asemejan a nuestros hostales.
Respecto a la mitología griega, hablaremos de un curioso y malvado personaje: Procusto (del griego antiguo Προκρούστης Prokroústês o Procrustes, “el estirador”) era un bandido y posadero del Ática (o según otras versiones a las afueras de Eleusis). Se le consideraba hijo de Poseidón, y en algunas versiones era un gigante.
Procusto tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí lo invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta y su cuerpo era más largo que la cama, procedía a serrar las partes del cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si, por el contrario, era de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba a martillazos hasta estirarlo (de aquí viene su nombre). Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el tamaño de la cama porque Procusto poseía dos, una muy larga y otra demasiado corta, o bien una de longitud ajustable.
Continuó con su reinado de terror hasta que se encontró con el héroe Teseo, quien invirtió el juego, retando a Procusto a comprobar si su propio cuerpo encajaba con el tamaño de la cama. Cuando el posadero se hubo tumbado, Teseo lo amordazó y ató a la cama y, allí, lo torturó para «ajustarlo» como él hacía con los viajeros, cortándole a hachazos los pies y la cabeza. Matar a Procusto fue la última aventura de Teseo en su viaje desde Trecén (su aldea natal del Peloponeso) hasta Atenas.
Un lecho (o cama) de Procusto es una norma arbitraria para la que se fuerza una conformidad exacta. Se aplica también a aquella falacia pseudocientífica en la que se tratan de deformar los datos de la realidad, para que se adapten a la hipótesis previa.
En medicina y psiquiatría un Síndrome de Procusto define la intolerancia a la diferencia, cuando alguien quiere que todo se ajuste a lo que dice o piensa.
En general se denomina procústeo a aquello opuesto a lo ergonómico, es decir, que parte de la idea de que es la persona quien debe adaptarse a los objetos y no al revés.
También se usa en Matemáticas (Análisis de Procusto) o en Informática (Cadena procusteana).