A Crono o Cronos (en Griego Κρόνος Krónos, en Latín Cronus), identificado con el dios romano Saturno, se le veneraba como dios del tiempo humano, del calendario, las estaciones y las cosechas. De hecho, en Atenas se celebraba el duodécimo día de cada mes (Hekatombaion) una fiesta llamada Cronia en su honor, como recuerdo de que era el patrón de las buenas cosechas.
Era el principal y el hijo menor de la primera generación de Titanes, hijos de Urano y Gea. Urano (Cielo) tuvo varios hijos con Gea (Tierra), que ya estaba harta de los abrazos continuados de su esposo. Pide ayuda entonces a sus hijos, mas solo Crono accede y corta los genitales de su padre con la ayuda de una hoz (objeto con el que suele ser representado), que le había entregado su madre. Este, pues, reinaba mucho antes de que el κόσμος (kósmos universo, cosmos, orden) fuese creado, durante la mítica Edad de Oro.
Ya como soberano, se casó con su hermana Rea e inicia así la segunda generación de dioses. Pero ante la predicción paterna de que alguno de sus hijos le quitaría también el trono, como había hecho él mismo con su padre, se tragaba a todos sus hijos nada más nacer. De esta forma devoró sucesivamente a Hestia, Deméter, Hera, Poseidón y Plutón (Hades), mas la esposa, harta de esta situación, al nacer su último hijo, Zeus, le ofreció a su esposo lo que este creía era su reciente y último retoño, pero en realidad se trataba de una piedra envuelta en pañales que devoró sin sospechar el engaño. Zeus creció y pudo destronar a su padre, que acabó encerrado en las profundidades del Tártaro o fue enviado a gobernar el paraíso de los Campos Eliseos, a donde iban las almas de las personas virtuosas. De esta forma Zeus quedó como nuevo soberano del Olimpo.
Por un juego de palabras, Cronos ha sido refundido con el nombre de Chrónos (Χρόνος), la personificación del tiempo en la antigüedad clásica. En el Renacimiento, la combinación de Cronos y Chronos dio origen a la expresión «Padre Tiempo», que blande una guadaña para cosechar.