Ares (Marte), el dios de la fuerza bruta y de la guerra despiadada y sangrienta, fue el padre de un dragón acuático con dientes, que fue asesinado por Cadmo. Su padre entró en cólera, y la diosa Atenea, la diosa de la guerra inteligente, le aconsejó a Cadmo que abriese un surco con el arado y que sembrara los dientes, de los que nacieron los guerreros espartanos, muy aguerridos y valientes, algo de lo que siempre se enorgullecieron, por ser descendientes del dios. Para congraciarse con Ares, Cadmo se casó con Harmonía, hija del propio dios y de la diosa Afrodita, y fundó la ciudad de Tebas. También se dice que introdujo en Grecia el arado y la agricultura, la fundición de metales y el alfabeto.
Hablando de dientes, de la palabra latina dens, dentis tenemos unos cuantos derivados como: dentista, dentición, dentadura, (inter)dental, denticular, dentistería o clínica dental, dentudo / -a, (des)dentado / -a, dentífrico, dentera, dentina («Marfil de los dientes»), tridente, dentellada, dent o dente en Catalán / Francés e Italiano…; y por parte de la raíz griega odon(t)-, tenemos también otras como odontología (odontologie y odontology en Francés e Inglés), odontólogo / -a, odontológico / -a, ortodoncia, endodoncia, periodoncia, mastodonte (“Mamífero fósil, parecido al elefante, con dos dientes incisivos en cada mandíbula, que llegaban a tener más de un metro de longitud”. “Persona o cosa muy voluminosa”), ortodontista, megalodón (“Tiburón gigante extinto”), odontalgia («Dolor de dientes»), odontofobia («Miedo a ir al dentista»), y hasta un producto muy anunciado en televisión para las encías que sangran llamado PARODONTAX.