Procede del latín Ara caeli o Altar del cielo, como vemos en el famoso Ara Pacis Augustae (Altar de la Paz de Augusto), un altar y monumento, construido entre los años 13-9 a.C., dedicado a la diosa romana PAX, y que fue erigido por el senado romano para conmemorar las campañas victoriosas del emperador Augusto en la Galia e Hispania, y el consiguiente periodo de paz que siguió a su regreso triunfal.
En los altares actuales de nuestras iglesias se hace el sacrificio del cuerpo y la sangre de Jesús, y en los altares griegos ya se hacían sacrificios a los dioses de animales, y hasta en alguna ocasión de personas, como en el caso de Ifigenia, hija de Agamenón y Clitemnestra, los reyes de Esparta, que fue exigida en sacrificio a su padre para que el ejército griego pudiera seguir rumbo a Troya, ya que la diosa Artemisa lo había castigado con dejar la flota varada sin viento en Áulide, por haber matado una cierva (animal consagrado a esta divinidad) y hacer alarde de ser un gran cazador. El adivino Calcante le comunicó que solo podrían seguir, si sacrificaba a su hija, cosa que el padre hizo, si bien en el último momento fue la propia diosa la que sustituyó a Ifigenia por una cierva y la convirtió en su sacerdotisa en Táuride. Mas a ojos de su madre, el padre la había sacrificado, y como venganza la esposa acabó con la vida del marido con la ayuda de su amante Egisto con el que estaba Clitemnestra durante la Guerra de Troya.
Ah, soy un gran aficionado a los crucigramas y autodefinidos, y con cierta frecuencia aparece la palabra ara, como sinónimo de altar donde se celebran ritos religiosos. La RAE también recoge la acepción de losa o piedra consagrada, que suele contener reliquias de algún santo, que se ponía sobre el altar y sobre la cual extendía el sacerdote los corporales para celebrar la misa.