Enfado, rabia, dolor, exceso de control o de sumisión, ancestras enfadadas, dolidas… Generaciones de mujeres que se han conformado con «lo que les tocaba» llevando el peso de esa carga en sus útero y en sus corazones.
Cerrando su corazón al amor, cerrando su cuerpo al gozo, al disfrute, a la pasión. Corazones rotos, sin amor, corazones que no pueden nutrir porque tampoco pueden nutrirse ni darse aquello que realmente necesitan para sentirse bien.
Mujeres desconectadas de sus cuerpos, de sus necesidades, de sus deseos. Mujeres que hacen lo que hay que hacer, que cargan con memorias tan pesadas como una gran roca. Matrices que pesan, maternidades difíciles, vividas desde la obligación, el peso, la carga…
¿Dónde se cortó el flujo del amor?
Si el flujo del amor se cortó en alguna generación, éste no puede fluir a través del árbol, se estanca y todo lo que se estanca se pudre. Y allí estás tú, queriendo disfrutar de ser mamá pero el peso de los programas, memorias, cargas te lo impiden.
No sabes parar, no puedes conectar con tu bebé y simplemente disfrutar
¿por qué?
Porque está prohibido, el fluyó del amor se estancó y ser fiel al sistema es repetir el patrón. Allí estás, queriendo ser tú, intentando hacer las cosas de otro modo, luchando contra los sentimientos de culpa y de autocrítica que se abalanzan sobre ti como fieras hambrientas cada vez que haces las cosas de manera diferente, cada vez que te concedes tiempo, cada vez que escuchas a tu alma que te dice:
«disfruta», «ama», «siente», «permítete ser feliz», «sé tú».
Has de saber que abrir la llave de tu corazón a sentir, sentirte y a escucharte, trae la semilla de tu liberación.
Escúchate mujer, haz aquello que clama tu corazón, hazlo una y otra vez, verás como tu ego se va debilitando y cómo la crítica y los juicios de la mente que tanta culpa te hacen sentir, se van haciendo cada vez más pequeños.
Siente mujer, abre tu corazón y bebe el néctar de la vida, aquel que te recuerda lo inmensa y grandiosa que eres, simplemente por ser tú, única e irrepetible.
1 comentario
Es tanto el peso del patriarcado opresor sobre nuestras espaldas, sobre nuestros corazones, que han de pasar muchos siglos para poner en orden las cosas, los sentimientos, los dolores, las barucas…. Juntas lo conseguiremos y juntas venceremos.
Un mundo sin opresores, sin fustigadores, sin penes, es posible si juntas lo intentamos. ¿Hablamos?