Amigos lectores, Guara es “terra incognita” para muchos por su extenso territorio de Parque Natural. Hoy en día muchos jóvenes descubren rincones increíbles de este espacio protegido en carreras como la Trail que se celebrará en Alquézar este fin de semana 23-24-25 de septiembre. También el club Peña Guara de Huesca organiza carreras de btt y trail por rincones incomparables de este Parque.
Mi experiencia personal con el Tozal se remonta a mediados de los años setenta del siglo pasado cuando empecé en este deporte siendo un adolescente gracias a Montañeros de Aragón de Barbastro. En poco tiempo recuerdo dos excursiones: una, de la que conservo fotografías, el primer domingo de mayo del año 1974, en la excursión tradicional al Tozal en la que se nos ve pisando nieve y siguiendo la huella de nuestro querido guía, el cura Pedro Escartín; otra, fue una travesía en pleno enero desde Santa Cilia de Panzano pasando por la cueva de Chaves y el Solencio de Bastarás pisando nieve en casi toda la travesía del cordal que nos llevaría desde el Tozal del Buitre hasta el Tozal de Guara y descenso por la ruta normal hacia el Calcón.
Recuerdo con mucho cariño a nuestros “guías–padres” Paco Lacau y Modesto Pascau. Como era travesía, el Club alquiló un microbús de la empresa afincada en el Grado, Reguera-Larramona. Recuerdo que íbamos con botas chirucas de lona y a pesar de algún que otro resbalón, al menos disponíamos de viejos piolets de madera prestados por el Club. Fue una jornada completa de sol a sol en un invierno helador. Nunca se me ha olvidado aquella sensación de conquista y satisfacción. Eran las primeras experiencias que “envenenaban” con un “virus” montañero nuestros corazones de aventureros.
Siempre había pensado que conocía bien esta sierra pero el pasado martes 20 de septiembre y gracias a una invitación de tres amigos, jubilados como yo, pude subir por la cara norte desde Nocito.
A pesar de que habíamos madrugado sufrimos un parón debido a las obras de asfaltado que están haciendo en la vieja carretera que baja desde el túnel de la Manzanera. Tras descender dos kilómetros con el coche una vez rebasado Nocito, sobre las nueve y media comenzamos a caminar y nada más cruzar el río Guatizalema ascendimos el barranco de Pillera por unos senderos perfectamente desbrozados, anchos como una autopista y flanqueados por una masa boscosa tupida e impenetrable. Esta cara norte nos permitió caminar con frescura hasta casi la una de la tarde. Una vez traspasado el collado de Petreñales encaramos la ruta normal del Tozal pasando por la fuente del Chinebro, totalmente seca. A partir de entonces había que saber imprimir una marcha lenta pues la pendiente no bajaba de los treinta y cinco grados aunque el sendero, como en todo el recorrido, estaba bien balizado y con cartelería en cada desvío.
Al resumir esta jornada diría que hay que saber administrar el agua de las cantimploras y que resultó perfecta pues en la pirámide somital, temiendo que el sol nos abrasara, sentimos con agrado unas brumas de neblina sobre las cabezas de estos cuatro aventureros y además bajó la temperatura hasta sentir una brisa a modo de aire acondicionado que hacía de nuestra marcha un verdadero placer.
Las vistas desde la cima igual que la conversación y las fotos nos llenaron de fuerza y así decidimos que el descenso, aunque mucho más largo, serviría para cerrar un círculo virtuoso y encarar otra ruta del norte como era la del collado de los Fenales.
Volvimos a adentrarnos en bosques y sombras reconfortantes. Nuestro compañero Donato fue en todo momento con su GPS Garmin en la mano y advirtiendo cualquier variación de la ruta haciendo que nuestro descubrimiento de nuevos parajes se efectuara con plena tranquilidad.
Íbamos cuatro amigos pero había hasta dos conversaciones simultáneas en el lento caminar lo que hacía caer las horas casi sin darnos cuenta. Al retomar de nuevo el barranco de Pillera descubrimos con asombro ese paraje señalizado como “Brazo de mar”, una balsa de aguas cristalinas que tentaba a darse un chapuzón pero como pasaban ya de las siete de la tarde casi mejor acabar la vuelta y conocer el flamante refugio de Peña Guara en Nocito con cervezas y bocadillo incluidos. Era el agradable colofón a una jornada extraordinaria.
Amigos, si me queréis hacer caso, vale la pena cuidarse a fondo en el día a día pues llegada la jubilación, con un cuerpo aún muy jotero, se inicia una tercera juventud en la que descubrir estas montañas privilegiadas situadas muy cerca de casa.
¡Hasta la próxima…!