Raquel Latre tiene ADN Somontano desde que nació en Barbastro (1972), de estudiante pasó por diferentes centros hasta los 18 años para iniciar Ciencias Empresariales en Zaragoza aunque el último curso lo hizo en Francia con Beca Erasmus. Bases sólidas para integrarse en el mundo laboral donde conoció la palabra trabajo, característica en su padre Rafael bregado en la dureza del transportista que saca adelante una familia con mujer y dos hijos.
“En un momento dado, después de trabajar en empresas, la vida me puso a Manuel en el camino y creamos la agencia dedicada al enoturismo. De manera que lo compaginé con mi labor de formadora de adultos en cursos de Marketing, ventas y otras materias” recuerda. La palabra emprender tiene un significado claro, “nos enseñó que debíamos estar al día y cada año fue nueva formación, Máster en enología, viticultura y marketing del vino, nivel III de la Wset, certificación del Reino Unido muy reconocida en el mundo del vino y sumiller profesional por la Universidad Rovira y Virgili”.
La elección de presidenta del Consejo Regulador ha sido nuevo reto para una mujer emprendedora y forjada como persona, “soy reflejo de quienes han pasado por mi vida y han dejado parte de ella conmigo. Mi familia, un hogar donde cariño, sonrisas y sentido de la bondad son habituales… los mejores momentos cuando estábamos los cuatro juntos. Aún recuerdo olores propios de hogar”. Su padre faltó cuando Raquel tenía 19 años, “fue una gran lección de vida, jamás puedes imaginar el hueco, el dolor intenso que aún siento después de 25 años. Y cuanta mayor es la alegría, más se le echa de menos, su pérdida me enseñó lo que de verdad es importante en la vida. Es triste que pasen estas cosas para tener esos aprendizajes”.
La vida sigue, “mi madre estaba ahí y lo ha dado todo por la felicidad de sus hijos, de ella he aprendido el esfuerzo, sacrificio, bondad y amor, mucho amor y mi gran hermano ha sido ejemplo, guía, mentor, agradecida siempre”. En el terreno laboral reconoce que ha tenido “la gran suerte de rodearme de gente muy profesional y de todos he aprendido desde los inicios de azafata en Viñas del Vero hasta mi labor emprendedora con Manuel”.
Más lecciones de vida, “mis hijos Manuel y Valentina” y para el final “Manuel, mi compañero, socio, amigo, padre de mis hijos, desde el primer día que nos conocimos no hemos dejado de hacer cosas juntos. Es el mejor compañero de viaje para descubrir el mundo del vino”.