Esta nueva edición de Bfoto se caracteriza por tener bastante calidad en casi todas sus muestras, independientemente de los gustos personales. El trabajo desarrollado por el Jurado compuesto por Marta Dahó, comisaria de arte, David Giménez, artista, y Laura Terrè, historiadora del arte y comisaria, ha resultado brillante: han seleccionado 9 exposiciones de emergentes de mucho interés.
También todo el trabajo de la AFIB, imprescindible, insustituible, con Antonio Lachos a la cabeza, felicitarlos a todos que con su trabajo hacen posible que una pequeña ciudad como Barbastro pueda disfrutar de un festival multimedia tan interesante.

El trabajo de Sofhia Tolika es muy estimulante, ha compuesto una serie de imágenes muy estéticas de un proceso de prospección de una tuneladora, algo realmente muy prosaico. Una expo en el Museo Diocesano altamente recomendable. Quizá en el montaje las fotos más pequeñas que parece que bailan y despistan un poco del recorrido principal deberían haberse ubicado de otro modo. Pero la narración en imágenes es soberbia.

Destacan asimismo las muestras de la UNED, sobre todo el trabajo de “La Panadella”, (lugar de parada) de Juan Sánchez Sánchez, que rezuma nostalgia de tiempos pasados, que habla de ese no lugar en el que todos paran y ninguno se queda. Ese no lugar tan bien conocido por todos nosotros. Los trabajos de Oscar Alvarado y Virginia Villacista se refieren a los pueblos de sus padres a los que ellos se han desplazado en épocas vacacionales. Reflejan sus experiencias personales, la de Virginia más vital y sentimental en el tránsito de la adolescencia a la juventud y la de Oscar más estética y construida, más sofisticada la imagen en un escenario nocturno permanente. Por último el trabajo de Laia Albert, “El Aguante” documenta las calles y las personas que habitan en el barrio de Boca de Buenos Aires, una zona céntrica y degradada donde se vive muy en precario. A través de unas fotografías en blanco y negro que aportan dramatismo y clasicismo, muestra el discurrir cotidiano de calles y gentes, con un cierto aroma a algunas tomas de Diane Arbús.

En los Almacenes San Pedro tenemos tres exposiciones igualmente bastante interesantes, la de Carlos Barradas, “Ferry Tales”, haciendo un juego de palabras con fairy tales presenta fotografías de viajes en un ferry que el utiliza con frecuencia, una especie de odisea cotidiana a su personal Ítaca. Con el agua como protagonista deja a la imaginación del espectador la construcción del relato, a través de unas tomas fragmentadas que no acaban de explicar que es lo que pasa en ese escenario. El trabajo de Jenika Heintzelman se centra en los procesos de curación de distintas enfermedades mentales, a través de la hipnosis, un mundo de estados alterados que agrietan la percepción de la realidad normada. Camille Carbonaro presenta un trabajo autobiográfico en el que posiblemente sea uno de los mejores montajes de todas las exhibiciones. Habla de la familia, los escenarios y los viajes, traslados o migraciones desde una visión intimista y subjetiva entre la realidad y la ficción.

En la Asociación de Fotografía, AFIB, en la calle Teruel 8, Xhon López presenta un trabajo muy bueno en torno al Pantano de Mediano, con imágenes muy sugerentes y que relaciona con la memoria, con Proust y con su propia familia. También muy recomendable y aunque haya que desplazarse un poco merece la pena.
En la Librería Ibor otra exposición interesante, con algunas imágenes bellísimas, un proyecto que habla de un entorno íntimo, conocido y próximo, el de la propia artista, Ester Linde. Una introspección personal en imágenes.

El video de Guillermo Fernández, “Los Santos Inocentes”, en La Casa de la Cultura, alude al libro y a la película del mismo nombre desde escenarios periféricos, anónimos e indeterminados y con unos textos alusivos a ciertos tipos de violencia, aunque muy tangencialmente relacionados con la obra original. Un proyecto en estado embrionario y que le falta desarrollo y madurez.

Esta octava edición de Bfoto presenta como novedad, además de las verotipias del río, el haber dispuesto tres exposiciones en la calle, un gran acierto desde cualquier punto que se mire. Se acerca el arte al ciudadano, que no tiene que desplazarse a ninguna sala y a la vez que se pasea se admiran unas estupendas fotografían en gran formato. Comenzando por la verotipias, el trabajo del argentino Guillermo Franco presenta una serie de obras de distinto calado y semántica. Como nexo de unión la calle, las personas y los animales. Son fotos bien hechas, aunque de calidad desigual y como conjunto carecen de un discurso unitario. Hubiera estado mejor (desde mi punto de vista) que en el río se hubieran emplazado las “Máscaras Impermanentes” de Alessandro Celante, que como una obra única hubiera ganado en conjunto y las caras a esa escala se verían mucho mejor desde el otro lado, que las obras de Franco. También las obras de Franco ganarían en un visionado de una en una y no como una secuencia. Las “Máscaras…” son buenas fotos, pero una vez visto una, vistas todas, el mismo recurso en todas ellas y el mismo formato. Si se vieran todas juntas como una sola obra, sin duda la potencia aumentaría considerablemente.

Las obras de Juán Cerón en el Coso son recreaciones de personajes secundarios del Quijote a los que enfrenta a un elemento que distorsiona la semántica de la obra y que nos trae al presente. Son obras ya vistas y muy exhibidas en distintos espacios como algunas sedes del Instituto Cervantes.
La obra más interesante de estas exposiciones en la calle es sin duda la de Valentino Petrosino, “It was the time”, un fotógrafo joven italiano que presenta unos lugares abandonados y ajados suspendidos en el tiempo. Unas imágenes impregnadas de lirismo, una estética de las ruinas muy evocadora: Era quello il tempo migliore della mia vita, e solo adesso que mi è sfuggito per sempre, solo adesso lo so.
Last, but not least, destacar la charla-conferencia de Luis Lles acerca de la cultura periférica, resaltando cómo todo lo que se hace en las periferias resulta tanto o más interesante que lo que se hace en el centro, en la urbe, en la capital. Fue un estímulo para todos los creadores de las zonas rurales y ciudades medias. Resulto tremendamente ilustrativa de como fenómenos que surgen tímidamente en zonas alejadas de la cultura dominante, acaban siendo protagonistas de esos mismos escenarios preponderantes. En definitiva, un lujo para la inteligencia.
Paseen, admiren y sueñen !