Belén, ¿cómo has llegado a escribir este cuento?
Porque nosotros sufrimos mucho. He visto sufrir tanto a Luca que con que un solo niño y su familia dejen de sufrir y pasar por lo mismo que nosotros ya sería suficiente. Quiero que otros niños que están pasando por lo mismo se vean reflejados y puedan decir, “ostras, este cuento me entiende” y les sirva de acompañamiento para encontrar su diagnóstico. Quiero darles un poquito de luz y esperanza.
Está escrito para intentar aliviar el dolor de otras familias. A mi el entorno me decía, “¿para qué quieres una etiqueta?” “¿para qué quieres etiquetar al niño?” “ A los niños no hay que etiquetarlos”. Y yo respondía que necesitaba la etiqueta de dislexia o de lo que fuera para quitarle todas las etiquetas que la sociedad ya le había puesto. Ya lo habían etiquetado como “el gamberrete de clase que no quiere estudiar”, “el vago”, “el niño al que no le gusta estudiar ni el cole” … Y no es así para nada. Esto le ha pasado a Luca y le pasa a tantos niños, que me parece muy importante evitarles ese sufrimiento que la sociedad les impone.
En definitiva, mi inspiración fue ver sufrir a mi hijo. Porque los padres el sufrimiento propio nos lo comemos con patas, pero el de un hijo, no. Ha sido muy muy duro y muy largo. Un problema de aprendizaje es difícil de diagnosticar, pero por eso mismo ¿Por qué no hacemos algo socialmente? por ejemplo, se sabe que la forma de aprender que tienen los niños con dislexia o con cualquier problema de aprendizaje es beneficiosa para todos los niños, porque es una manera en la que la enseñanza se queda más rápido, por lo que si adaptáramos las clases para acompañar a estos niños todos saldrían beneficiados porque aprenderían mejor. Sería fácil, bonito e inclusivo porque beneficia todos, entonces ¿Por qué no se hace? Hay mucho que hacer todavía socialmente y no solo con estos niños, sino a muchos niveles.
¿Cómo fue vuestro camino hasta el diagnóstico de dislexia de tu hijo?
En 1º de Primaria nuestro hijo, que hasta entonces no había tenido ningún problema en el cole, empezó a no gustarle, a no querer ir, a estar muy triste, a tener cambios que llamaron nuestra atención. De ser un niño super contento y feliz, pasó a ser un niño tremendamente triste, que empezaba a tener incluso ataques de ira. No quería leer ni saber nada del tema académico. Entonces nos empezamos a preocupar y a planteamos qué le estaba pasando, porque nuestro hijo no era así. Pero no encontramos acompañamiento ni respuestas. Quiero puntualizar que no quiero juzgar a nadie ni meterme con colegios, lo único que quiero es que estos niños dejen de pasar desapercibidos.
Son niños tremendamente inteligentes, pero como “les cuesta” y hablo de la dislexia, pero englobo cualquier tipo de problema de aprendizaje, pasan por un sufrimiento que no deberían pasar.
Y entonces, de repente te sientes solo, no sabes por donde tirar, no sabes qué le esta ocurriendo a tu hijo. En nuestro caso nadie nos acompañó, nadie vio que le estaba pasando algo. Y el niño empezó a sufrir, a pasarlo fatal, ataques de ansiedad, hasta el punto de tener que cambiarlo de colegio. Él necesitaba un cambio, necesitaba a personas que lo vieran más allá de “un niño que simplemente no quiere aprender”. Empezamos a buscar por nuestra cuenta hasta dar con que había una dislexia. Para mí es fundamental tener un diagnóstico, te permite relajarte y empezar a utilizar las herramientas para abordar el “problema”. No son niños tontos, no son niños que no sepan, simplemente son niños que, igual que un niño que no ve necesita gafas, estos niños necesitan unas gafas virtuales en su cerebro para ver las letras como las necesitan ver.
Como es algo que no se ve, es peligroso aventurarse a decir “no, a este niño no le pasa nada”, es que “es un vago”, “no quiere trabajar” ¿Perdona? Quien es capaz de hablar así de un niño cuando lo único que quieren es agradar a los profesores y a sus padres. Es aquí donde tendríamos que ser capaces, profesores, padres y colegios, todos en el mismo lote, porque somos un ‘todo’ para ellos, de verlos. De empezar a ver a los niños de otra manera. No podemos meter a todos los niños en la misma dinámica, como en una cita en la que pasan todos por el mismo rasero. No se puede, cada uno tiene su ritmo, sus características, pero esto no se está contemplando en la sociedad.
¿Nos hablas un poquito de la trama de «Vuela tan alto como quieras»?
Cuenta la historia que pasó Luca en el cole y cómo se desenlaza. Cómo habiéndolo pasado tan mal, la vida dio el giro para encontrar a personas que lo saben acompañar, que lo saben ver. Estas personas representan tanto a profesores como otro tipo de profesionales, logopedas, psicólogos, neuropsicólogos, etc. que con su profesión les acompañan tanto a nivel privado como público. Aunque al final los tienes que llevar a sitios especializados para que los puedan acompañar. En el cuento esta representado como que Luca, la familia, conocemos a nuevos “profes”. Y como Luca sale del pozo oscuro donde estaba, ve la luz y aprende a verse, valorarse, ser fuerte y encuentra todas sus capacidades.
¿Alguna recomendación para padres que estén pasando por lo mismo?
Que escuchen a sus hijos, a nadie más. Los niños solo quieren agradarnos, por lo que si un niño dice “no quiero ir al cole” está diciendo algo más de forma encriptada, siempre deja entrever algo. Como padres tenemos que escucharlos y aprender a ver más allá. No puede ser que digamos “vale no quieres ir al cole, pues va tira”, pero ¿por qué este niño no quiere ir al cole hoy ni mañana? ¿Por qué un niño que era risueño y feliz se apaga de repente? A mí eso fue lo que más me llamó la atención, Luca se apagó. En el cuento esta representado como que se quedó sin colores.
El diagnóstico temprano es fundamental para evitar sufrimientos innecesarios
Si, estos niños, si no son diagnosticados y acompañados desde Primaria, pasan al Instituto y allí son carne de cañón para sufrir bullying y están abocados al fracaso escolar. Nuestra responsabilidad como adultos es evitarlo. Al compartir el cuento me encuentro con que muchos padres me dicen “Belén, yo tengo dislexia y me lo detectaron a los 30 o a los 40. Tuve fracaso escolar, depresión infantil, lo pase muy mal” y que esto te lo diga un adulto, corrobora muchas cosas.
El fracaso escolar es debido a muchas causas, pero un porcentaje muy alto es porque estos niños que no son diagnosticados nunca, se hacen mayores y sufren fracaso escolar. Se hace el “graciosillo” y lo que quiere es salir del colegio, pero ¿qué va a ser de este niño? ¿Qué futuro estamos dando a la sociedad? Es muy importante y responsabilidad de todos, porque no es que mi hijo tenga dislexia no diagnosticada, es que mi hijo crecerá y lo hará en la sociedad del mañana, por eso para mi es responsabilidad de todos. Tenemos mucho que aprender, cambiar y colaborar entre todos.
Junto con tu marido, David Ballabriga, habéis creado la asociación Generación Valiente ¿con qué finalidad lo habéis hecho?
Nos han movido las ganas que tenemos de ayudar a los demás. Y se nos ocurrió hacerlo de una manera “más seria o formal” constituyendo una Asociación. Al final lo que queremos es trabajar los valores humanos, el respeto, el amor a los demás, la familia, el acompañamiento, todo lo que suponga vernos entre iguales. Porque parece que estamos en una sociedad donde siempre gana el más fuerte, siempre tiene que haber un ganador ¿Y por qué? Yo creo que en esta sociedad, o nos unimos y vamos todos a una, o al final nos podemos quedar en el camino. Y como es algo que llevo muy en mi corazón nos dijimos ¿Por qué no? Creo que es el mejor legado que les podemos dejar a nuestros hijos. Así que es nuestro granito de arena en esta sociedad, que no sea por no intentarlo.
Está abierta a todo el mundo, por supuesto no tiene ánimo de lucro. Estamos para dar y para recibir también, porque puede haber mucha gente que tenga muchísimo más rodaje que nosotros y aporte mucho. Estamos con los brazos abiertos. Hay más información sobre la asociación en www.belencobospera.com
Editorial Ronda Somontano mayo 2024: ¿Somos realmente una ‘sociedad avanzada’