Cuando me pregunto acerca de la educación que reciben nuestros hijos me entran las dudas de si realmente es la educación que yo hubiese deseado para ellos.
En este caso debo partir del principio de hacerme las preguntas adecuadas para poder llegar a una respuesta que me pueda satisfacer en cuanto a cómo me gustaría que fuera esa educación.
Cunado busco los fines de la educación me vienen a la mente palabras como conocimiento, formación, educación, aprender, profesor, maestro, pero también madurar, y ser responsable, ser activo y dar respuestas a lo que nos rodea, saber desenvolverse en la vida y no esperar a que todo nos lo den hecho, saber encontrar nuestras propias respuestas así como poder confiar en quien nos tutoriza o enseña.
En principio la educación está hecha para que cualquier persona reciba recursos en los que poder desenvolverse y reciba respuestas a sus preguntas.
Nace del deseo de saber del ser humano y de la necesidad de transmitir conocimientos a través de las generaciones. Pero también nace de un deseo de que el individuo sea “capaz”, sepa por si mismo llegar a obtener las respuestas o resolver situaciones sin necesidad de que haya siempre un tutor que lo oriente. Es decir, nace con la misión de llegar a ser un profesor o un maestro de sí mismo y de las circunstancias que le van a ir acaeciendo.
Y entonces mi primera pregunta es
Sí es esta educación, la que hoy día esta impartiéndose en los colegios e institutos, es la que corresponde con esas premisas. (Y me centro en esta, por ser la obligatoria)
Para ello contamos con un sistema de enseñanza que no es precisamente un motor de la imaginación del individuo porque se basa en que todas las respuestas ya están allí. No hay lugar para nuevas posibilidades, hay alguien (un profesor o un maestro, un libro o la Red), que las enseña antes incluso de que el alumno se haga las preguntas y cuantos mas conocimientos acumula pues mejor se valorará su expediente académico.
Partimos de un sistema en el que el profesor es el que sabe y los alumnos los que reciben. Pero sin embargo (no desechando esta posibilidad), este no es el camino que impulsa a la creatividad ni a la curiosidad, porque no estimula ni da lugar a la pregunta del alumno.
Un alumno debe estar “motivado” para poder aprender, eso ya lo hemos oído cientos de veces, pero mi segunda pregunta es
¿Y como se motiva a un alumno?
Para esta pregunta hay muchas respuestas. A mi me gustan las que suenan a que la sabiduría del individuo esta en su interior y se estimula a que salga. Este tipo de sabiduría no es la que puedes encontrar en los libros de texto o en Internet, es la sabiduría de “saber hacerse preguntas”, esta es, a mi modo de ver, la guía que le llevará al verdadero conocimiento, a ese que puede encontrar luego en el maestro, en los libros o en la red, pero con la diferencia de que nace de su propio interés.
Este estímulo o impulso hacia el conocimiento, solo puede nacer de la curiosidad del alumno, es decir de la necesidad innata que todos tenemos de aprender. Por ello el profesorado debería dejar de ser un “profesional” para pasar a la “Maestría” (Maravillosa palabra). Es decir, el profesorado debe ser un Maestro con mayúsculas, pero no para contarle al alumno lo que cualquiera puede encontrar en los libros o en la red, sino Maestro en hacer que el alumno “se haga preguntas”, es decir genere curiosidad, y con ello busque las respuestas.
Una persona que sabe hacer preguntas es una persona que sabrá buscarse las soluciones. Pero si matamos la curiosidad del alumno dándole todo hecho, o diciéndole que nada es inmutable , este se pierde en el aburrimiento y pensará que el conocimiento consiste en introducir un montón de información en la cabeza, como desgraciadamente es el caso de la mayor parte de los colegios por decreto del sistema de enseñanza.
Para conseguir este objetivo de tener formadores bien formados, debería el sistema cambiar su modo de imprimir educación, relajando los temas de presión en conocimientos y aumentando la calidad de la formación de los profesores en técnicas de … llamémosle “aumentar la curiosidad del alumno” (Motivación creo que no es la palabra adecuada).
Una educación así sería capaz de generar personas observadoras y autosuficientes, con criterio propio y sobre todo generaría un sistema de enseñanza de alumnos con interés y maestros valorados.