Pedro Arnal Cavero nació en Belver de Cinca (Bajo Cinca) el 12 de marzo de 1884, si bien, pocos meses después, la familia se trasladó a Alquézar / Alquezra (Somontano de Barbastro), adonde fue destinado su padre como maestro. Por tanto, la infancia de Arnal transcurrió en esta preciosa villa somontanesa y su redolada escuchando romances, canciones y palabras antiguas u observando las viejas tradiciones y costumbres.
Realizó simultáneamente los estudios de bachillerato y de magisterio en Huesca. Su primer destino como maestro, por oposición, fue la localidad navarra de Artajona, en donde contrajo matrimonio en 1914 con Delfina Arambillet de Oficialdegui y con quien tendría cuatro hijas y un hijo. Tras su estancia navarra, desempeñó el magisterio en Teruel y Santander, para posteriormente instalarse definitivamente en Zaragoza.
En la capital aragonesa dirigió, en primer lugar, en 1921, la escuela de Santa Marta, y, desde 1929 hasta su jubilación, se hizo cargo del Grupo Escolar Joaquín Costa. En todo su alumnado dejó un recuerdo indeleble de su característico buen hacer. A pesar del distanciamiento geográfico con el Alto Aragón, Arnal visitaba continuamente su tierra.
Tuvo la oportunidad, a través de un pensionado de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, en 1911, de viajar por Francia y Bélgica para conocer la organización y funcionamiento de las escuelas de esos países y así poder aplicar las experiencias educativas adquiridas en nuestro país. Arnal llegó a alcanzar el número uno en el escalafón del Magisterio español y, tras una vida dedicada a la enseñanza, se jubiló en 1954.
Preocupado por diversas cuestiones de la vida social y cultural del momento, Arnal colaboró o formó parte de distintas entidades como la Institución Fernando el Católico, el Estudio de Filología de Aragón, Montañeros de Aragón, el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón o la Sociedad Aragonesa de Protección a los Animales y Plantas –gran defensor de los animales y plantas, escribió Por los seres indefensos (1960)–.
La otra gran pasión de Arnal Cavero fue el Alto Aragón –y especialmente el Somontano–, al cual dedicó varios libros fundamentales de gran valor para conocer su lengua y su cultura. De esta manera, localidades somontanesas como Alquézar, Buera, Huerta de Vero, Colungo, Adahuesca, Radiquero, Asque, Alberuela de la Liena, Abiego, Bierge, Rodellar, San Pelegrín u Hoz de Barbastro fueron recurrentes en las páginas de sus libros. De hecho, dedicó especial atención a la lengua aragonesa hablada en el Somontano, pues en ella escribió varios textos, además de investigarla y divulgarla.
A continuación, proporcionaremos unas breves pinceladas sobre su obra somontanesa:

Vocabulario del alto-aragonés (de Alquézar y pueblos próximos) (Madrid, 1944) es una recopilación de algo más de quinientas voces aragonesas usadas «en la montaña y en el Somontano» que el autor echaba en falta en el Diccionario de voces aragonesas, de Jerónimo Borao, al cual Arnal califica como «un buen diccionario de voces aragonesas, aunque no es [una] obra completa». Es, por tanto, un complemento a dicho trabajo.
Refranes, dichos y mazadas… del Somontano y Montaña oscense (Zaragoza, 1953) es una obra célebre y no superada, que recopila alrededor de 2.000 refranes, frases hechas y dichos altoaragoneses, la gran mayoría en aragonés. En la parte final del libro, se reedita el vocabulario de 1944, aunque en esta ocasión, ampliado y corregidos los múltiples errores de la edición original, ajenos a la voluntad de don Pedro, con el objetivo de proporcionar «al lector la interpretación de muchas palabras desconocidas, si no es aragonés, y somontanés o montañés».
Además, principalmente, en Aragón en alto (Zaragoza, 1940) y Aragón de las tierras altas (Zaragoza, 1955) podemos encontrar varios artículos de carácter etnográfico de gran interés que describen vivencias, tradiciones y costumbres del Somontano, varios redactados en aragonés. Algunos de los títulos de estos textos son bien elocuentes: «Ninos, t’os daré fideus», «A carrasca d’as Coronas», «Pa’ Navidad, ta cadiera», «Pa’l ivierno en o fornaz», «Con os fartos de chichas en purnas», «A rematadura», «A barraca Mur» o «No se vey ni pa’ jurar»,
Muchos de sus artículos fueron recopilados en el volumen Del ambiente y de la vida (Zaragoza, 1952), en el que la temática somontanesa sobresale en algunos textos como «Óyeme; escúchame, Juan», «Faros en la vida rural» o «Lo que ya no volverá».
A estas obras hay que sumar el póstumo Somontano en alto. Escritos e inéditos (1946-1959), publicado en 2014, en el que se recopila toda la obra etnolingüística editada entre esos años.
Por otro lado, cabe destacar que Arnal recogió tradición oral somontanesa como el Romance de Marichuana, A Bartola o los dichos de Alquézar del año 1905. Asimismo, fue también uno de los primeros colaboradores en prensa en utilizar el aragonés, en concreto, en Heraldo de Aragón, en el que colaboró durante casi cincuenta años y al cual fue requerido por su director para aportar sus grandes conocimientos sobre tradiciones y costumbres altoaragonesas.
Del mismo modo, la pluma de Arnal fue fecunda en muchas otras publicaciones como El Magisterio de Aragón, Revista de Pedagogía, La Crónica de Aragón, La Voz de Aragón o Aragón.
Después de una vida dedicada a la enseñanza y a la divulgación de nuestra tierra, Pedro Arnal Cavero falleció en Zaragoza el 27 de abril de 1962.
Aquí puedes consultar otro artículo de Alberto Gracia Trell.