Cuando se rompe la cáscara de un huevo sale lo que en realidad tiene en su interior. Romper la cáscara requiere de un proceso, de un tiempo, de una maduración, por ello cuando es el momento, de la cáscara sale un polluelo.
Lo mismo sucede con nosotros, solo cuando se rompe y abre nuestro corazón puede salir lo que en realidad habita en él: PURO AMOR.
Pero para ello debemos trascender los juegos de la mente, del ego quien nos hace creer que lo único que existe es ella y es así como nos vamos alejándonos de nuestra guía interior, de la brújula de nuestro corazón. Cuando dejamos que el alma guíe nuestro mapa de ruta no hay pérdida, solo conexión.
REGRESA A TI, atiende sin miedo cada una de esas heridas que hacen que vivas compulsivamente fuera, anestesiado del dolor que te produce la vida.
Deja de huir, de rodearte de gente, de llenar tus vacíos con adicción (comida, tabaco, parejas, trabajo…).
REGRESA A TI y vuelve a sentir aquello que tanto te dolió. Mira, abraza y cura tu dolor, sana cada uno de esos vacíos con mimo, comprensión, compasión y amor.
Es así como rompemos las corazas que de niños fuimos construyendo como mecanismo de supervivencia emocional y de protección. Al igual que con la cáscara del huevo, una vez rotas estas corazas podemos abrir nuestro corazón y expandir al mundo lo que en esencia somos: AMOR.