Tras la lluvia de noticias en los meses pasados y tras la resaca navideña, retomamos este apartado para seguir divulgando cuestiones y métodos relacionados con la huerta y las variedades hortícolas tradicionales.
El objeto principal de este apartado, es conocer mejor el funcionamiento del ecosistema suelo para que su manejo sea correcto y asegure la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad. Así, en las publicaciones de febrero, mayo, julio y octubre del pasado año, se comenzó con el tema “suelo”, bastante desconocido entre los hortelanos y hortelanas lo que conlleva a realizar prácticas desfavorables para su conservación y que a su vez, favorecen diferentes problemas durante los cultivos como pudieran ser entre otros, las deficiencias nutricionales, incremento de plagas y enfermedades.
Deseo poder divulgar de forma sencilla, un poquito de ciencia que facilite a huertos, huertas y hortales ser sostenibles. Al final de cada temática, se darán consejos y explicarán métodos prácticos.
En los últimos artículos, se describieron las propiedades físicas y químicas, sus funciones y relaciones con los sistemas que intervienen en el ecosistema suelo. Esta nueva entrega trata del sistema vivo, es decir, de la parte biológica.
Los seres vivos que viven en el suelo son uno de los componentes más importantes del mismo. Hay una gran variedad, microorganismos, nematodos, lombrices, insectos, moluscos y animales superiores, desarrollan una intensa y compleja actividad. Muchísimos de ellos no los podemos ver a simple vista, pero su tamaño no está en relación con la importancia de sus funciones 🙂
La población más numerosa del suelo de la huerta es la microbiana (de 50 a 200 millones)
El grupo más importante es el constituido por bacterias y hongos.
Son los responsables de la transformación y mineralización de la materia orgánica, fijación del nitrógeno, disolución de elementos minerales, síntesis de activadores de crecimiento e incluso lucha contra los patógenos del suelo. Estos diversos organismos interactúan entre sí y con las raíces de los vegetales, formando un complejo sistema de actividad biológica.
Las funciones que realizan los organismos vivos del suelo de la huerta son muy variadas
Son fundamentales en el ciclo de los nutrientes:
Regulan el proceso de descomposición, mineralización y movilidad para que las raíces puedan absorberlos.
Además, en la retención del carbono y la emisión de gases de efecto invernadero.
Favorecen una estructura del suelo equilibrada y la eficacia de la circulación del agua (porosidad, filtración, retención …) mejorando la nutrición y la salud de los cultivos.
Son fundamentales para la gestión sostenible de los sistemas agrícolas.
Hay que tener en cuenta que con los productos sintéticos o químicos la vida en el suelo desaparece y por lo tanto, aumentan los diferentes problemas durante el cultivo (déficit de nutrientes, plagas y enfermedades, encharcamientos, etc.), por ello hay que realizar una fertilización armónica, aportando materia orgánica descompuesta y favoreciendo enmiendas que vayan mejorando las características físico-químicas y biológicas del suelo y su interacción.
En la próxima entrega comenzará con los diferentes fertilizantes ayudando a identificarlos mejor.
Los suelos de la huerta son el origen de la vida y juegan un papel muy importante para los próximos retos dados por las consecuencias del cambio climático, no sólo como sumideros de carbono sino que además, los suelos cultivables tendrán muchas más posibilidades de restablecerse ante cualquier evento climático extremo, como por ejemplo lluvias excesivas, si están vivos.